Un día muy frío

El día está muy frío. El clima de Lima ha cambiado notoriamente y Sebástian está un poco incómodo. No deja de toser y acumular pequeñas dosis de flema. Eso lo pone de mal humor y no lo deja hacer sus actividades, que son pocas, diarias. Se ha levantado muy tarde, porque es domingo, pero recuerda que no es cualquier fin de semana. Es día de la madre, recuerda efusivamente. Su despistada mente atina a coger el celular, marcar el número de Lisa - su madre – y presiona send. El tono timbra y timbra, pero no hay ninguna respuesta. Entonces Sebástian decide llamar después, ya que aún sigue con sueño y siente que la cama lo está llamando y él no piensa rechazar ese tan generoso pedido. Luego de media hora, llega Jonás - el enamorado de su prima - y lo despierta sorpresivamente.

Sebástian no logra completar su sueño dominguero, debido a la imprudencia de Jonás. Lo único que le queda es – intentándolo por segunda vez otra vez – llamar a su madre para saludarla por su día, pero el teléfono sigue sonando sin ninguna señal de respuesta. El se enoja y se pregunta por qué no contesta nadie, aunque por dentro, él tiene miedo de que su padre le conteste. No quiere hablar con él, ni escucharlo, ni siquiera, tener el más mínimo contacto con su progenitor. Luego, piensa en mandarle un mensaje de texto, así no tendría que preocuparse de seguir intentando más tarde. Pero - luego piensa - y reacciona que no sería la mejor decisión. Busca el control de la televisión. No lo encuentra. Eso lo hace perder la paciencia, porque sabe que en ese desorden, en el cual se encuentra sumergido su cuarto, no le será fácil ubicar nada. Él es así y él lo sabe, por eso se crispa. Logra encontrarlo y enciende la TV en el canal 2: están tocando un tema de una vedette y el gerente comercial del canal antes mencionado. ¡Qué suertuda es esta mujer! - piensa Sebástian.

Ya no sabe qué hacer, da vueltas en la cama, le incomoda pensar que tiene que volver a intentar en el llamado a su madre, es el día de la madre y no puede fallar. No puede dejar de llamarla, reflexiona él. Se arma de valor, otra vez, y vuelve a presionar send. Pero ha decidido que será la última oportunidad que le dará a su madre para contestar. No contesta por tercera vez. Tira su celular a la cama y – de pronto – se escucha un timbre. Es Lisa. Sebástian logra contestar al tercer timbrado muy agitado alcanzar a decir con un tono casi angelical: Por qué no contestaste antes mami. Qué paso contigo. Pero bueno, ya fue, Mami te deseo un feliz día. Lisa con una voz serena y casi triste, le responde: gracias hijo.

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