EL INICIO

Sebástian ama muchísimo a su madre y tiene una relación medianamente feliz con ella. Todo lo contrario sucede con su padre. No lo puede ver, siente que no lo necesita y que sólo la presencia  de él lo incomoda bastante. No logra perdonarlo, no logra olvidar malos recuerdos que guarda celosamente en su memoria. Es un mal padre -  dice él, cuando se expresa de su progenitor. Su madre, una persona casi religiosa, de altura mediana y de un carácter aparentemente pasivo, comprensiva, querendona, es una mujer que lo ha escuchado bastante pero que también ha tenido muchos encuentros verbales ya que ella defiende bastante a su esposo y desea salvaguardar la paz familiar y los valores morales.

Sebástian no quiere a su padre, no le perdona muchas cosas. Vive con ese recelo bastante fuerte en su alma. No puede ser que mi padre sea este hombre que le ha sacado la vuelta a mi santa madre y que encima haya querido bautizarme en el mundo sexual con una puta – piensa con mucha ira, Sebástian. Se le viene a la mente la vez en que su padre, una persona trigueña, ojos oscuros, lentes casi gruesos, mirada vivaracha y un léxico temiblemente vulgar, lo llevó a un prostíbulo. Esa vez fue la primera vez que Sebástian conoció uno de estos lugares y no le gustó. Se asustó.

Saliendo del Colegio Militar Leoncio Prado, ubicado en el La Perla, Augusto sugirió llevar a su hijo a un lugar en dónde su hijo se hiciera varón.

- ¿Dónde vamos, papi? – dijo Sebástian.

Puta hijo, no preguntes, sólo vamos, sé que te va a gustar, lo sé – contestó Augusto con una voz traviesa y una mirada pendenciera.

Sebástian estaba emocionado y a la vez cansado. Ese día había hecho muchos ejercicios antes de su salida del colegio. Todos los viernes los cadetes tenían derecho a su salida de todas las semanas para luego incorporarse el domingo. Estoy muy cansado, papi – expresó con una voz tenue, Sebástian.

No, Sebas, claro que no, hoy es un buen día. Además mañana voy a estar ocupado y tu tendrás planes para salir. Mejor vamos hoy y listo.

- ¿A dónde vamos? ¿Por qué no me quieres decir? – dijo medio ofuscado.

Porque es una sorpresa que un padre le va a da a su hijo cadete, carajo – dijo orgulloso Augusto.

Sebástian pensaba el posible lugar a dónde Augusto lo llevaría pero no tenía alguna referencia, Es más, notaba muy extraño la actitud de su padre, ya que nunca había tenido ese tipo de sorpresas para él. A la mierda, donde sea que me lleve mi papi, yo iré y le pediré todo lo que pueda. Tengo que aprovechar – pensó Sebástian.

- Llegamos, está igual que siempre -  exclamó Augusto algo familiarizado con el lugar.

El lugar era bastante caleta. Ubicado a la paralela inmediata de la Avenida Javier Prado. Entraron Sebástian y Augusto al local y, de repente, una mujer bastante gorda y con un vestido que la hacia parecer una vedette barata, se acercó a nuestra mesa y le dijo con una voz sensual a Augusto:

- Hola mi amor, ¿Cómo estas?. ¿Qué pasó ayer que no viniste?. Dijo la gorda sensual.

- ¡No pude!, lo que pasa es que tuve bastante chamba y luego me sentí cansado – dijo Augusto.

-  ¡Ajá! Y este jovencito tan apuesto y blanquito como a mi me gustan ¿Quién es?. Tu hijo, seguramente. – exclamó la gordita.

- Sí, claro, este es mi hijo, el mayor – mintió – (en la familia yo soy el segundo de cuatros hermanos). Ha venido a conocer una de las buenas, esas caletas que son especiales para chicos especiales – dijo, relamiéndose, Augusto.

- Sebástian estaba aterrado. No podía contestar a las preguntas de la gorda sensual. Se sintió mal. Un fuerte dolor de estómago lo atacó en ese momento y rechazaba cualquier invitación de su padre.

- ¿Cómo te llamas, papito cuero? – preguntó la gorda.

- Se…Se…Se…Sebástian – logró decir.

- ¿Qué pasa con el nene?. ¿Está nervioso?. ¿O es igual que su padre, tímido en la mesa pero un extrovertido en la cama?.- dice ella.

- No lo atarantes de preguntas. El es tímido y está cansado. ¿Estás bien acá, hijo?.

- Sí – dijo retraídamente, Sebástian.

Luego de unos segundos, la gorda se retira de la mesa, asegurando que regresará en un minuto, y Sebástian aprovecha para pedirle como casi un ruego que no desea permanecer en ese lugar y que tiene ganas de ir al baño. Augusto le propone quedarse unos minutos más a los cuales Sebástian accede.

Pasan dos minutos y Sebástian se percata que la gorda está regresando con otra mujer. Esta es delgada, usa un vestido bastante ceñido y está maquillada de la manera  más exagerada que una dama podría usar los cosméticos. Es una maldita puta – pensó Sebástian.

- ¡Hola Augustito!. ¿Cómo estás?. Y mirando a Sebástian dijo: ¡Hola, guapo!. Saliste  más pepón que el arrecho de tu papá – dijo la delgada mujer.

- No se oyó respuesta de Sebastian, había quedado enmudecido. No me tengas miedo, papacito!. Yo te voy a dar algo que te guste – propuso la delgada mujer.

- Papi, quiero hablar contigo, porfa -  le dijo Sebástian a Augusto, en voz baja.

- Sí, hijo, dime – ( le dijo él, mientras las dos mujeres se alejaban, como entendiendo el mensaje subliminal de Sebástian )

- No me gusta este lugar, no aguanto más. Me duele demasiado la barriga y quiero ir al baño, además estoy muy cansado – contestó el joven cadete.

- Esta bien Sebástian, nos vamos. Espérame que me despida de las chicas – sugirió Augusto.

Sebástian observaba como su padre se despedía de las dos putas, una gorda y una delgada, y se disculpaba por mi comportamiento y les hizo entender que estaba cansado porque recién había salido del colegio y necesita dormir.

El joven cadete ya se siente mejor, es un gran alivio – piensa él al salir de ese viejo burdel. Y lo único que quiere en ese momento es llegar a su casa. Augusto para un taxi y le dice al taxista que lo lleve a la altura de la universidad Ricardo Palma, pasando el puente Benavides, cinco cuadras. Y el taxista asienta y dice: ¡vamos, súbase!.

En el carro, padre e hijo no conversan, no se dirigen palabra alguna y solo se puede oír la canción que suena en la radio. No puedo pensar que mi papá me haya llevado a un prostíbulo de mierda, con putas feas y haya pensado que yo me tire a una de ellas, estando él en el mismo lugar que yo, pensó Sebástian.

El recuerdo de su padre llevándolo donde una puta es sólo uno de los tantos que hay en sus haberes. Sebástian es un chico medianamente alto, ojos pardos claros, tez clara, una voz muy serena. Le gusta mucho llamar la atención. Tienes dos grandes problemas en su vida: su padre y su familia. El primer problema, en orden de mención, es uno de sus primeras complicaciones que ha preferido no ver más. El segundo aún lo aguanta. No es fácil dejar atrás  a mi familia, aunque quisiera hacerlo – piensa él. Uno de las mayores dificultades que tiene con su familia es la intriga, el chisme, las habladurías y la presión sobre el estudio que le exigen. Aunque él ahora no vive con sus padres porque se fue de su casa hace ocho meses y, fue por culpa de su padre. Por eso, Sebástian ya no lo quiere ver, no puede imaginarse en una reunión familiar y esté augusto ahí, entre los invitados o como parte de la familia.

Son las siete de la noche y Sebástian llega a la casa de su abuelo, Samuel. Acaba de pelear con su padre y decidió no más vivir con él. Jonás, el enamorado de su prima, lo ayuda a llevar las cosas a su cuarto, y conversa con él. Y le dice que está feliz de que ahora esté más cerca a su casa y puedan conversar con más frecuencia.

- Sí pues, Jonás, ahora ya me hartó mi viejo. Ya no aguanté más y me fui – dijo emotivo Sebástian.

- ¡Oye men, eso es genial!. Ahora estamos más cerca y podemos estudiar juntos y cualquier consulta que tenga sobre márketing  no dudaré en hacértela. – expresa Jonás.

Sebástian ha terminado la carrera de márketing en el IPM, y sólo falta que le entreguen  su título a nombre de la nación  para declararse formalmente profesional. A Jonás todavía le faltan unos cuantos ciclos y como tiene a Pamela de enamorada, prima de Sebástian, hay una mayor conexión entre ambos.

Sebástian es un chico muy flojo, le gusta levantarse bastante tarde y no tender su cama. Si el tuviera la opción de no trabajar, no lo haría, pero ahora que está lejos de la casa de sus padres y vive con su abuelo, su tía y su prima, tiene que considerar su empleo y seguir yendo a trabajar para pagar el acuerdo que hizo con su tía, la luz. Y bueno el resto de su sueldo es para él. Su tía, Angine, es una persona bastante alocada, bastante baja, cabellos extremadamente desordenados, regordeta, y con un carácter algo impredecible. Eso puede deberse a sus conocidos vicios. Y su hija, o sea la prima de Sebástian, es una chica tranquila, delgada, cabello lacio negro, bastante desubicada de la realidad. Parece que aún no pisa tierra, muy interesada en lo material y se preocupa mucho del qué dirán, pero se lleva, de alguna manera, bien con ella. Su abuelo es una gran persona, pero ya está viejo y no suele caminar muy bien, porque le duele mucho la pierna. 

No hay comentarios: