¿Existen los amigos?


La amistad enfrenta varias etapas, caminos y no sé que otras cosas más, por eso, que a veces, los amigos se van y no vuelven más. Y solo algunos regresan. ¿Serán los amigos de verdad? No lo sé, no entiendo la amistad, pero sé que existe y que yo tengo amigos, pocos, pero los tengo – piensa Sebástian sentado a las faldas del muro de Gonzáles Prada.

Christian, uno de los mejores amigos de Sebástian, se ha molestado con él, no le ha perdonado una falta muy grave: sostenerla una “chata” de ron.
Todo empezó en una conocida peña de Barranco (distrito por excelencia de la bohemia limeña), dónde asistieron Jonás (acompañado de sus compañeros del trabajo), Christian y Sebástian. Los dos últimos no tenían dinero para pagar la entrada, y Jonás, muy efectivo, pagó el dinero y pasaron a esa bar lleno de un ambiente rústico y con mucha música criolla.
Jonás estaba conversando muy bien con sus compañeros, pero Christian se sentía medio incómodo, pero por su personalidad, jamás dejaría notarlo. No le gustaría parecer antisocial y menos, capaz de no integrarse a un grupo. Él es muy orgulloso, y más aún, cuando no tiene dinero, y ostentarlo, comprando todo el licor que su cuerpo pueda soportar. Sebástian es diferente (también es orgulloso), pero no le gusta dar espectáculos y por eso toma con suma moderación. Aunque siempre trata de tomar hasta que su cuerpo le dice stop. Pasado media hora, Christian ser acerca a Sebástian y le pide que le sostenga una botellita de ron, que ha guardado cautelosamente antes de entrar a la peña. Pero se encuentra con una negativa implacable. Le dice que no, que lo mejor es que la bote y que no la esté cargando. Christian es terco y le dice:

- Quiero bailar, allí hay unas nenas muy bonitas y no me quiero perder la oportunidad de tirármelas.

- Sebástian le dice con un tono burlón y lleno de ironía: No te pases pues, tú crees que sin plata y con todo el trago que tienes en la cabeza vas a conquistar a una chica, no jodas. Además, yo también quiero bailar y desplazarme tranquilo por la peña. No quiero estar cargando algo que no es mío, si tú quieres póntelo entre los huevos y no me jodas más.


- Y él le responde, casi molesto: Puta madre, no me puedes hacer un favor, tú con quién mierda vas a bailar, maricón.

- Qué mierda tienes. Tú crees que soy como tú, y ando mostrando la cara de desesperación por tener sexo. Las mujeres huelen eso y no se acercan – dice Sebástian con un tono bajo, pero enérgico.

Christian lo mira, recelosamente, se da la vuelta y se va al baño. Sebástian no se hace problemas y se a recorrer ese lugar criollo. De pronto, se da cuenta que necesita un poco de trago, y piensa: ¿Qué hago, no tengo efectivo? Ya sé, tengo saldo en la cuenta de mi tarjeta de débito, la usaré y ya después lo repongo. Una “chela” bien heladita, por favor – le dice dirigiéndose a la bella señorita que lo atiende (de tez canela, ojos azules, y unos pechos bastantes apetecibles).

Al poco tiempo llega Jonás y le roba, afectuosamente, la botella de cerveza, la cual toma con mucho frenesí, se la lleva a la boca y da un buen sorbido, se ríe, y se la devuelve. Se quedan conversando un buen rato en la barra, y en eso llegan unos argentinos (previamente habían visto a uno de ellos bailar música peruana y comprobar que no es bueno para eso, mejor bailó el tango). Jonás se acerca a ellos y los saluda afectuosamente, diciéndoles:

- Qué tal, ¿qué haciendo por acá?.

- Y uno de ellos (el de más edad), le responde: Ahí pues ché, hemos venido a conocer lugares criollos del Perú, dónde se baile música negra. Nos fascina eso.

- Ah ya, que bien. Habéis venido al lugar correcto, eh – contestó Jonás con un mágico acento argentino, que no sorprendió a Sebástian.

- Y vos de dónde son, ¿Qué hacen? – preguntó el argentino.

- Bueno, yo estudio marketing y soy productor de él, señalando a Sebástian. Hacemos un programa por Internet, se llama: descarado, y lo colgamos todos los días 20 de cada mes. Eso provocó una risa interna en Sebástian, mientras que pensaba: Esto si es chistoso, él nunca está para las grabaciones y sólo me ha apoyado un poco en el trabajo, pero ahora que quiere lucirse, se acuerda de qué existe el programa y todavía lo promociona. Pero bueno qué más da, por lo menos pensó rápido para hacer un tema de conversación.

Mientras que Jonás hablada con los argentinos y Sebástian escuchaba, y de vez en cuando, opinaba sobre algunos temas, Christian aparecía en la pequeña reunión y trataba de unirse, porque había estado divagando por toda la peña sin lograr sus objetivos, sin poder bailar con nadie, ni mucho menos, llevarse a la cama a una incauta muchachita. Él tiene un pensamiento muy sexista, propio de su edad, pero el problema es cuando tiene ganas de tirar, su comportamiento es notorio, es como si tuviera pegado en la frente una cartel que dice: ¡estoy desesperado por tener sexo!. . Y el siempre trata de conquistar chicas para poder lograr ese cometido, aunque lo logra con mucho éxito, pero llega al extremo de hacerlo con mujeres que también están desesperadas por hacerlo y, añadiendo, no tienen ápices de bellezas, sólo cumplen con el rol de ser femeninas.

Sebástian se da cuenta de que Christian se ha unido al grupo de los dos argentinos, Jonás y él. Pero el ambiente ya está medio avinagrado. Aunque los ojos díscolos de Christian, la mirada perdida y el paso tambaleante que hace, por el efecto del licor, no lo dejan disfrutar plenamente de la reunión y parece un zombie lleno de muchos litros de cerveza, ron y whisky. Pasan unas horas y Sebástian quiere irse y Jonás le da la razón, porque ya varios de sus compañeros del trabajo se han ido. Y no hay razón para quedarse. Además el local está por cerrar. Sebástian saca su celular, enciende la cámara y empieza a registrar todo evento visual de esos últimos momentos: Jonás hablando muy acaloradamente con una chica, Christian durmiéndose en una silla, moviendo la cabeza de un lugar a otro.

Saliendo de la peña, y en todo momento, con la cámara del celular, tratan de buscar un taxi, que los lleve rápidamente, a sus casas, a dormir. Encuentran un taxi que les da una buena oferta. Se suben y se embarcan a sus destinos, a sus casas. Ya en Magdalena, Sebástian, Jonás y Christian bajan del auto. Y se dirigen hacia sus casas. Sebástian se ofrece a acompañarlos y más aún a Christian (que está muy ebrio y no logra caminar recto). Pero siempre con la cámara encendida. En eso Christian se da cuenta de que los están filmando y de un solo manotazo, arroja el diminuto celular hacia la pista. Sebástian no se enoja, se inclina y lo recoge. Sigue grabando. En el camino Jonás le dice que no puede permitir eso, es su celular y que le diga algo, por lo menos que se lo diga mañana. Sebástian no le hace caso, y no tiene la más mínima intención de reprocharle ese acto tan violento que ha tenido Christian con el celular.

Luego en el camino, Sebástian piensa: Tal vez Jonás tenga razón y no debo permitir ese tipo de comportamientos a Christian, porque no es sólo eso. Siempre el aprovecha de mi carácter manso y mi actitud frente a la violencia. Y él lo sabe, y se aprovecha de mí. Christian es un hombre que es mi amigo, yo lo quiero mucho, y me intereso por él, porque yo sí valoro la amistad.

Ya han pasado varias semanas y ninguno de los se ha llamado, ni se han visitado. Y es muy raro entre ellos dos, porque siempre están habándose y salen a caminar por ahí, divertirse en una reunión, o simplemente contarse sus cosas del día.

Sebástian piensa que ha pasado, porque el no se atreve a llamarlo, es muy orgullosos, y piensa que él no tiene la culpa y no hay razón para que ceda. Llega Jonás, justo en ese momento y le dice: Jonás, tú crees que yo tenga la culpa de este distanciamiento, yo creo que no. Además ya son muchas, y no sé qué le pasa a Christian. Creo que es la envidia, porque a veces pienso eso. Pienso que Christian envidia muchas cosas de mi: mis nuevos dos trabajos, mi programa por Internet, él que lea y escriba (porque a él no le gusta cómo escribo, dice que soy una fea copia de Jaime Bayly, y que nunca seré un buen escritor). De verdad pienso eso de él, porque el me da pie a que mi mente divague con esas conjeturas, que siendo ciertas o no, igual seguiré siendo su amigo, porque lo quiero y lo estimo, aunque no sé si él a mi.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

claroq ue existen los amigos, sino mira lo buen amigo que es sebastian con christian (tremendo pillo), siempre hay asi en todos los grupos. seguro que es medio feo, pero no lo describes.

Anónimo dijo...

la amistad es algo valioso que hay que cuidar, esa historia sea cierta o no, debe ser cuidada con mucho detalle. no se puede perder la amistad por una tonteria como esa

Anónimo dijo...

que mal ese christian. y jonas un pendejito mas

Anónimo dijo...

los amigos no existen, la amistad sí. así de simple

Anónimo dijo...

Bueno despues de leer esta historia, creo que una buena amistad no hay por ninguna dos las partes, pero lo que si creo es que Sebastian es gay y esta enamorado de Christian, y eso debe estar torturandolo.